
En la mayoría de los grupos que se reúnen por las casas en nuestras congregaciones, el material primero, el de estudio casi obligatorio ha sido Puerta, camino y meta, una serie de lecciones que introducen al recién convertido en la vida cristiana, y lo acompañan en ese proceso de trasformación que va ocurriendo a medida que la palabra de Dios se revela a su vida.
Esta guía de cuatro cuadernillos ha acompañado el surgimiento y devenir de numerosos grupos, por lo que resulta interesante emprender un recorrido hasta llegar a sus orígenes para conocer cómo se concibió esta serie.
El material que hoy tenemos para enseñar a los discípulos comenzó a prepararse en 1974, cuando cada miércoles un grupo de pastores de Buenos Aires se reunía para para estudiar la Palabra bajo el siguiente enfoque: ¿Qué debemos enseñar a un discípulo desde su conversión hasta que llegue a la madurez? Así fue como tomó forma la serie Puerta, Camino, Meta.
El nombre Puerta, camino y meta alude a la manera de andar que tenían los primeros cristianos, tan es así que muchos los llamaban “los del camino”. De modo que la figura de un camino a través del que se llega a un destino parecía plasmar muy bien la idea de que la vida cristiana es un estilo de vida, una forma de comportarse. Y precisamente, todo camino tiene un punto de partida y un punto de llegada.
Orville Swindoll en su libro Tiempos de Restauración cuenta cómo se dio ese proceso: “Comenzamos a enfocarnos en los tres aspectos esenciales del reino de Dios: La entrada involucra todo lo que es necesario creer o hacer para comenzar el viaje hacia la meta final. Esta entrada incluye la clara proclama del evangelio concerniente a la persona y obra de Cristo; la respuesta de fe de los corazones, su obediencia en arrepentimiento y bautismo y su recepción del Espíritu Santo. Luego era preciso definir el propósito de la vida cristiana, ya nos habíamos percatado de que el cielo no era ese objetivo… La meta había determinada por Dios mismo en el momento de la creación. El objetivo para el hombre es ser conformado a la imagen de Dios… Dios se había propuesto revelar a Cristo al mundo a través de hombres y mujeres que viven en su voluntad, que brillan con su gracia. No se transmite únicamente medio de la predicación, sino por el estilo de vida, por el comportamiento, por las buenas obras de aquellos que están siendo conformados a la imagen de Cristo. ¡El Padre desea tener una gran familia de hijos con la semejanza de Jesús! Llegó también el tiempo de considerar el sendero entre la entrada y el objetivo, es decir ¿cómo llegar ahí?”.
“Nuestra tarea sería revisar todas las instrucciones dadas por Cristo a sus discípulos, así como todas las enseñanzas de los apóstoles de las que se guarda registro”, continúa Swindoll.
De modo que un grupo de pastores se encontró para hacer una rápida revisión de las enseñanzas de Jesús agrupándolas por temas. La idea era, según Jorge Himitian señalara entonces: “revisar en detalle esas enseñanzas hasta que la doctrina apostólica fuera tan clara como el cristal y dedicarse a instruir al pueblo hasta que hubiera evidencias de que todos estaban tomando seriamente esta palabra”.
La intención que había detrás de este trabajo, según señalan los autores, iba más allá de ilustrar bíblicamente a los que lo estudian, sino que pretende promover decisiones fundamentales para que sus vidas se formen de acuerdo a la voluntad de Dios. Así que durante el lapso de unos cuantos meses este grupo de pastores se reunió una vez por semana para trabajar en ello. Con una semana de anticipación se anunciaban los temas a tratar para que todos tuvieran tiempo de estudiarlos. Luego el asunto se discutía y se sacaban las conclusiones generales. Más tarde el material se fue resumiendo en forma de bosquejo para preparar lecciones impresas a partir de ellos. Todas iban acompañadas de versículos de las Escrituras para memorizar.
Jorge preparó una introducción escrita para la serie y se armaron cuatro fascículos, el primero sobre el inicio de la vida cristiana, el segundo trataba acerca de la antigua y la nueva manera de vivir, el tercero abordaba la relación fraternal en Cristo, y el cuarto trataba sobre la familia cristiana.
“Nuestra idea ha sido suministrar material impreso para ser usado en los grupos caseros de toda la ciudad. Los líderes del grupo son instruidos en ese material por sus pastores, y ellos a su vez lo van usando en la medida que lo necesiten. Estas lecciones son una base para la discusión y aplicación”, señala Orville.
Estas series han sido trascendentales a la hora de encarar la tarea de formar a otros en un discipulado al estilo de Jesús, bien metido en la vida cotidiana, con un énfasis puesto en el conocer, para vivir y luego enseñar a otros como tres fases del mismo proceso de madurez en la vida cristiana.
“Las lecciones ofrecen la orientación necesaria para alcanzar el objetivo supremo de nuestra vida: vivir para la gloria de Dios”, señala Himitian.